Imagínate esto: estás disfrutando un fin de semana tranquilo, y sales a correr con tu perro. De repente... ¡zas! Un mal paso y terminas en el suelo con un dolor que te deja sin aliento. "No pasa nada", piensas, "seguro solo es una torcedura". Pero al día siguiente, el dolor sigue ahí, tu pie parece un tamal y para colmo no te puedes enderezar. Decides finalmente ir al hospital y después de varios estudios resulta ser que tienes un esguince de 3er grado y te torciste las lumbares osease la espalda. La cuenta final es tan grande que sientes que te han dado otro golpe, pero en la cartera. Ahí es cuando recuerdas que nunca contrataste un seguro de gastos médicos porque "NAH!, ¿para qué? No me enfermo casi nunca". Ese es el tipo de situaciones en las que entiendes la frase: más vale tener un seguro y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo . Y aplica para todo: vida, retiro, auto, hogar... hasta para tu celular, porque si se te "cayó sin querer...
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